jueves, 22 de diciembre de 2011

Diferencias principales con el hombre moderno

Un Mariano Otamendi promedio al igual que el hombre moderno, como todo ser humano, manifiesta pseudo obsesiones. Sin embargo, estas proyecciones de deseos o gustos, no son bajo ningún contexto similares.

En el primer caso, el grado de pureza de la misma, y por lo tanto de intensidad, se conoce midiendo el radio de la curva de alguno de sus rulos pendientes. La elección de la palabra pendiente es por la dualidad de su término, teñido de una fuerte caída o subida, pero también de un estado de emoción "ralentada", es decir una suspensión emocional y por lo tanto de accionar inmediato. Es importante poder ver que en este caso, la medición se realiza en el cráneo, a través del cabello. Lo que provoca una idea de concepción cerebral.

En el segundo caso, el nivel de pureza e intensidad, está dado por el acto comunicativo a través de la gesticulación. Un claro ejemplo, es la manera en que se mueven sus manos al pensar, sentir, o hablar al respecto. La apreciación del comportamiento del cuerpo, nos lleva a pensar que el hombre moderno, es una hombre de movimiento, de acción, de continuos cambios. La atención está dada en el torso, en sus piernas, en sus brazos, en el corazón.

Obsesiones:

Mientras que un hombre moderno elige prestar atención a las camisetas de football, y a su equipo. Soñando con partidos, y jugadores, e incluso, ser él partícipe de la copa del mundo. Un ejemplar típico marianootamendista se siente completamente intrigado por un Pangolín. Para quien desconozca acerca de lo que se está mencionando con el término Pangolín, puedo decirle que es un mamífero pecualiar por ser el único con escamas, y que su nombre proveniente del malayo significa "el que se enrosca". Interesante punto para poder comprender aún mejor la psicología otamendista.

Otro claro ejemplo de la diferenciación de opiniones y gustos con el hombre moderno, se lo puede vivenciar en un restaurant. Mientras que un hombre moderno ordenaría un bebida cola, o alcohólica, o soda. Un Mariano Otamendi tipo, necesitaría tomar agua gasificada con una dosis de limón, y de ser posible poder exprimirlo él mismo con sus propias manos.

Un hombre promedio come queso y luego toma vino. Disfrutando así de la mezcla de texturas y la complementación de sabores.
Un Mariano Otamendi estándar cubriría el queso con un fina capa de pimienta molida, y luego bebería el vino, sintiendo así un extraña sensación de los granos triturados y el vino, casi gasificada.

De estas diferencias la lista es bastante extensa. Lo importante es comprender que todo se halla en su fisonomía, esa sensación de que en una flor la primavera y en la primavera el resto de las estaciones. Los rulos marianootamendistas son capaces de poder describir al portador, en profundidad. Sólo un estudio exhausto, serio y acertado sobre los mismos es capaz de revelar los secretos de la psiquis de un ejemplar de este estilo.

23dic11


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